jueves, 28 de enero de 2010

Paris Haute Couture (V)

VALENTINO







Paris Haute Couture (IV)

GIVENCHY

Ricardo Tisci ha vuelto a lograrlo. Este vez a conseguido, o casi, una alta costura contemporánea.

El desfile resultó deslumbrante, con unos cortes muy fluidos y materiales de Costura utilizados sabiamente, que se adornaban con plumas de avestruz, buitre y ñandú.

El oscuro erotismo parisiense de los setenta sirvió como punto de partida de esta colección, que tiene guiños a vestidos goyescos o a atuendos taurinos.

El moderno erotismo que transmiten sus propuestas nos trasladan sin embargo a los años 70 y Helmut Newton.

Tisci no presenta mujeres, presenta espíritus. Fantasmas que pululan delicados y etéreos. Bordados y encajes negros armonizan la colección dándole ese toque de romaticismo gótico que define a Tisci.


Una capa azul transparente cubre sin tapar un sujetador bordado. Delicado y sutil. O no tanto.


Y al final llegó ella. Portadora de un delicioso vestido con el que Tisci sucumbe al barroquismo imperante. Cuerpo brillante y ceñido y orgía de volúmenes en malva y negro en la falda. Delicioso.

Paris Haute Couture (III)

ARMANI PRIVÉ

La inspiración que llegó de la luna.
La luna, su brillantez, sus cráteres, su magia, su misterio, sus eclipses son la fuente de inspiración de la colección de alta costura de Armani.
Las diferentes fases lunares, sus formas sinuosas y su paleta cromática toman forma en su colección.



Destellos plateados, grises, colores como el armónico blanco y el marfil se configuran como protagonistas de colección solo salpicada por algunas salidas en negro.

La elegancia del nácar o el misterio de los irisados que surgen en abundancia por los hilos de lúrex, más presentes que en ninguna otra temporada.


A lo largo de los 41 diseños, la silueta de la luna en cuarto creciente es una referencia en broches y apliques que resaltan entre una estela de cristales swarovski, más apropiados que nunca para una colección tan nocturna y con la estela de la luna vigilante, al acecho.

Paris Haute Couture 2010 (II)

CHANEL

Karl Lagerfeld y su atelier nos deslumbran con una luminosa y apastelada colección de Haute Couture en la que la Maison francesa busca su vertiente más barroca. Barroca neofuturista.



La colección nace de un sueño, Lagerfeld se despertó una madrugada con la imagen de flashes electrónicos plagados de color, un lápiz y un cuaderno sirvieron al maestro para hacer unos rápidos bocetos tras su sueño.


Una colección romántica y vintage que destaca por sus relieves florales que envuelven la figura femenina o sus brocados de plata que se torna futurista en su tramo final, fiel a ese sueño brillante que despertó a Karl en la que los tonos plata se tornan envolventes como el mercurio.


El barroco neofuturista que Karl propone en Chanel tiene melenas con mechas ceniza recogidas en una suerte de peinado a lo geisha con un cierto tinte de icono pop. ¿Hacia la conquista de Oriente?

Neón barroco en colores pastel y plateado. Nada de negro, nada de azul marino, nada de botones dorados. Todo se tiñe de plata, malva emplovado, rosa etéreo, verde menta, o amarillo.



Cierra el desfile una pareja de novios, ella con flequillo de mechas ceniza y un gran lazo, una camelia en el escote y botines destellantes. Él, todo de plata, metálico, deslumbrante, con esa luz cegadora con que Karl lo ve.


domingo, 24 de enero de 2010

París Haute Couture 2010 (I)



EQUESTRIAN
Dior nos presenta un mundo de fantasía poblado de amazonas. Amazonas envueltas en satenes con chaquetas ultraceñidas, sombrero, redecilla, fusta y guantes de cuero.

Galliano ha explorado el origen de los revolucinarios volúmenes del New Look que en 1947 creaba Christian Dior, fijándose en el modisto estadounidense Charley James.

No puede ser totalmente casual que el modisto gibraltareño haya querido trasladar al inicio del siglo XXI el origen del histórico "New Look", cuando todo el mundo querría vivir una verdadera postcrisis.

En cualquier caso, inspirado en la clientela favorita de Charley James (1906-1978), entre la que abundaban las mujeres que montaban a caballo, a principios de siglo sentadas con las dos piernas de lado, Galliano creó chaquetas amazona rojas, fucsia o negras, sobre faldas también de lana, color carbón y blanco roto.

Con sombrero de copa y velo, y el pelo recogido en redecillas de gran tamaño, las modelos desfilban por los salones de la gran maison Dior en la Avenue Montaigne con la precisión de los pura sangre.
Para la noche, Galliano cambia su enfoque a Estados Unidos, basándose en referencias múltiples, incluyendo la época de "The Gibson Girl" (1890), considerado el ideal de la belleza femenina Stateside en el siglo XX, y la millonaria excéntrica y un icono de estilo, Millicent Rogers.

Reflejo actualizadísimo del ideal femenino reinante en EEUU a finales del siglo XIX y principios del XX, las famosas "Gibson Girl", bellas, libres, inteligentes e independientes, las chaquetas estivales del lujo Dior podrán teñirse también de delicado azul pálido, melocotón, rosa o frambuesa, con bordados y superposiciones de puntillas sobre tul.


Delicados vestidos de cóctel cortos, con bordados a mano, encaje y tul en colores pastel complementados con sombreros de gasa colocados oblicuamente para mostrar un tirabuzón que reposa en el hombro.

Vestidos fascinantes con extraordinarias combinaciones de color, amatista y chocolate, vino tinto y frambuesa, o oliva y azul.

Cuello halter o escote camisero con incrustaciones de piedras preciosas y cristales, faldas de crinolina (miriñaque) en brillante satén duquesa, cuyos pliegues caen en cascada como si se tratara de los pétalos de una flor exótica.







Galliano ataviado como un elegante jinetese puso de rodillas para besar las manos de sus modelos.
Lo único que faltaba era el resoplido caballo. "Está fuera, el pastoreo en la avenida Montaigne," bromeó Galliano.